lunes, 28 de mayo de 2012

CAPÍTULO 19 Mags

Al despuntar el alba, cansada de dar vueltas en la cama durante toda la noche, decido levantarme y darme una ducha rápida para aclararme la cabeza de todos los pensamientos horribles que no dejaron de atormentarme durante la noche. Salgo de la habitación y me dirijo al salón dónde una avox me ofrece un café bien cargado que termina de despejarme. Media hora después aparecen Drew y Eldur, que serán los encargados de acompañar a Howl y Sarah hasta la sala de lanzamiento.

- ¿Preparada para enfrentarte a todas esas señoras locas por mi chico? - me pregunta Eldur con una sonrisa pícara en el rostro.

- Ayer ya tuve el placer de conocer a unas cuantas de esas encantadoras señoras y creo estar más que preparada para enfrentarme a todas ellas. - respondo encogiendome de hombros.

- Más te vale estar segura, porque varias de esas señoras me han asaltado por la calle pidiendome patrocinar a Howl. - dice riendo.

- Haré todo lo que esté en mi mano, te lo aseguro. - le digo, ahora más seria. - Voy a despertarlos.

Me encamino por el pasillo hacia las habitaciones de los chicos. Me paro en la habitación de Howl y llamo a la puerta, pero no obtengo respuesta. Entro lentamente y lo encuentro en la cama profundamente dormido, me da pena despertarlo, pero no hay más remedio.

- ¡Arriba chico, tienes que prepararte! - digo sin mucho entusiasmo, a la vez que le zarandeo suavemente.

- ¿Ya es la hora? - pregunta aún dormido.

- Desgraciadamente sí, ya es la hora. No hagas esperar demasiado a Eldur. - le digo saliendo por la puerta.

Me giro para llamar a la de Sarah, pero antes de que mis nudillos toquen la puerta, esta se abre sobresaltándome.

- ¡Me has asustado! - exclamo llevándome las manos al pecho.

- Lo siento, no era mi intención. - dice.

- Pues menos mal... - suelto aún alterada. - Drew te está esperando en el salón, en breve os marchareis.

Asiente y me mira fijamente a los ojos cuando dice:

- Bueno, supongo que esto es el final.

- No digas eso, ven aquí. - le digo, abriendo los brazos.

No tarda ni dos segundos en acercase y la estrecho fuertemente entre mis brazos, justo en ese instante la puerta de enfrente se abre y aparece Howl. Le miro sin dejar de abrazar a Sarah y le invito a unirse a nosotras. Los tres nos fundimos en un abrazo durante largo rato. Un leve carraspeo nos obliga a soltarnos.

- Tienen que marcharse ya. - nos indica Solem.

Vuelvo a girarme hacia los chicos y poniendo mis manos sobre sus hombros los acerco a mi y apoyamos nuestras frentes unas contra otras.

- Recordad todo lo que os he dicho, poned en práctica todo lo que habéis aprendido estos últimos días, protegeos el uno al otro todo el tiempo que podáis... Os quiero. - dicho esto último, les beso a ambos en la mejilla y me marcho de allí antes de que las lágrimas acudan a mis ojos.

Me voy directa a los ascensores y me bajo hasta el primer piso, dónde junto a los demás mentores, negociaremos con los patrocinadores. Al abrirse las puertas, me topo con una docena de señoras histéricas que tiran de mí en todas direcciones. Intento tranquilizarlas, aunque sin mucho éxito, finalmente consigo que no sentemos en unos sillones y que me hablen de una en una.

- ¡Ayer, después de las entrevistas me prometiste que podría patrocinar a Howl! - me grita exaltada la señora de pelo púrpura.

- Cierto, se lo prometí, pero parece que hay más interesadas en patrocinar a Howl. - le digo intentando apaciguarla.

- ¡De eso nada! - dice furiosa. - ¡El chico es solo mío, yo lo vi primera!

- ¡Já! ¿quién ha dicho que fuiste tú la primera en querer patrocinarlo? - grita ahora otra señora.

- ¡Cierra el pico Pansy! - le espeta la señora del pelo púrpura.

- ¿Que cierre el pico? - grita la otra señora empezando a levantarse del sillón.

- ¡CALMA! - voceo en medio de aquel gallinero. - ¡Todas pueden patrocinar a Howl, no tienen porque pelear!

- Pero mi marido dijo que podía quedármelo... - gimotea la del pelo púrpura.

- Necesitará muchas cosas en la arena, ¿no cree que entre todas pueden darle algo mejor? - le digo dulcemente.

- Pero... - empieza de nuevo.

- ¡Pero nada Violet! - la interrumpe Pansy. - Mags tiene razón, mientras más seamos más regalitos podremos mandarle a la arena. - dice entusiasmada dando palmaditas.

Un murmullo general de aprobación y varios apretones de manos, dan por finalizada la pelea por patrocinar a Howl. Unos gritos de excitación nos advierten de que los tributos están preparados para saltar a la arena en cuanto suene el gong. No puedo creer lo rápido que se me ha pasado el tiempo con estas mujeres tan odiosas. Me levanto y me dirijo a la pantalla más cercana para no perder detalle de nada de lo que ocurra en los primeros minutos en la arena. Me cruzo de brazos para que nadie vea mis puños apretados con fuerza y le pido a mi abuela que los proteja desde dónde esté.

Quedan diez segundos y no puedo evitar aguantar la respiración. Tres, dos, uno... todos saltan en tropel, unos alejándose del baño de sangre, la mayoría sin éxito. Otros, entre ellos los mios, se lanzan hacia delante agarrando todo cuanto esta a su alcance. No puedo evitar cerrar los puños con fuerza cuando Doom, el tributo del dos se gira y ataca a Howl sin ningún tipo de contemplación. Unas risas cercanas, las de Scar, me confirman lo que imaginaba, si no hay alianza, hay que deshacerse de él y eso es lo que está haciendo. Pero Howl no se deja amedrentar tan fácilmente, le propina un par de golpes estratégicos que lo dejan doblado por la mitad. Ahora soy yo la que río. Sarah tira de Howl para alejarlo de Doom y después de hacerse con dos mochilas de provisiones se meten entre los enraizados arboles de los manglares adyacentes. Los veo correr durante unos pocos segundos más, hasta que todas la imágenes que muestran las pantallas que nos rodean se centran el baño de sangre que está teniendo lugar frente a la Cornucopia. Me giro para mirar a mi alrededor y veo a Lilac a pocos metros de mi posición, decido acercarme a preguntar por sus tributos.

- ¿Qué tal a ido?

- Sophia a caído nada más pisar el suelo... Keith a tenido más suerte, esperemos que le dure. - responde algo esperanzada.

- Si... - respondo distraida mirando de nuevo a la pantalla.

Apenas han pasado una hora y media desde que empezaron los juegos y ya están de agua hasta el cuello, parece que el jefe de los vigilantes no mentía. Este año la arena es un gran bosque de manglares, con agua y raíces predominando sobre el terreno. Lo van a tener muy difícil, el presidente Rain podrá sentirse orgullo de sus últimos juegos estando al mando de Panem. A pesar de las dos mochilas que han conseguido acarrear con ellos, no tienen muchas provisiones, así que me giro en busca del grupo de señoras que quieren patrocinar a Howl para ir dándoles ideas de lo que podrían necesitar, cuando Augustus Merryweather hace su aparición en el lugar. Lo veo tontear con varias chicas, pero sé que no se contentará con ellas, nunca lo hace.

- ¡Mags! - vocea en mitad de la muchedumbre, acercándose con esa sonrisa repugnante suya dibujándose en su rostro. - ¿Te han dicho alguna vez que el primer día de los juegos siempre fomenta tu hermosura?

- Si me permite. - le digo intentando escabullirme. - Ahora estoy harto ocupada.

- ¡Vamos, querida! no seas tan remilgada, además tu ya sabes que puedes tutearme. - me dice pasándome una mano suavemente a lo largo del brazo.

- Ya le he dicho que estoy ocupada. - le suelto cortarte intentando zafarme de su mano.

- No te hagas la difícil Mags. - dice apretando la mano que me sujeta del brazo. - Sabes que yo siempre gano.

- ¡Sueltame, me haces daño! - le digo en tono más brusco, a la vez que tiro del brazo.

En vez de soltarme me agarra con más fuerza y acerca su rostro estirado quirúrjicamente al mío con la clara intención de hacer algo más que dedicarme unas palabras al oído. Estoy furiosa y no pienso tolerar esta situación ni un segundo más, tiro con fuerza de mi brazo aprisionado y lo agarro fuertemente por la camisa con ambas manos a la altura del pecho para alejarlo de mí, pero antes de soltarlo, me agacho para estar a su altura.

- Si me vuelves a poner la mano encima, te mataré con mis propias manos. - dicho esto me alejo de él dejando dónde está.

lunes, 21 de mayo de 2012

CAPÍTULO 18 Mags

Por la mañana temprano, los chicos se van con sus estilistas a prepararse para la entrevista de esta noche y yo me voy hacia los ascensores para bajar hasta la sala de mentores. Hoy será la última reunión, ya que a partir de mañana nos centraremos exclusivamente en encontrar patrocinadores, solo hablaremos entre nosotros si nuestros tributos se alían, así que este año estaré sola.

Voy andando por el pasillo a paso ligero, cuando unas voces me hacen detenerme tras una puerta entre abierta, es la sala de control y sé que no debería estar cotilleando, pero una de las voces que salen por la rendija me resulta familiar...

- ¿Entonces la arena estará prácticamente anegada de agua? - pregunta la voz de Scar.

- Si, este año no lo van a tener nada fácil esos desgraciados. - contesta la otra voz con un deje de diversión. - Es el último año de Rain y quiere que se recuerden sus últimos Juegos del Hambre como presidente.

- Si el presidente quiere unos juegos inolvidables, los tendrá y para que eso ocurra tú me vas a ayudar. - dice Scar.

- ¿Y en que puedo ayudarte? - pregunta, casi puedo notar la sonrisa en sus labios.

- Tienes que hacer que gane Doom, cueste lo que cueste. - dice con un tono cortante y agresivo.

- Veré lo que puedo hacer. - contesta burlón.

Unas voces lejanas me obligan a dejar de escuchar la más que interesante conversación de Scar y su compinche. Me vuelvo a poner en movimiento y está vez me paro en la puerta que corresponde a la sala de reuniones. Al entrar busco con la mirada a Lilac y la hallo al final de la habitación sentada junto a los mentores del once y del siete, me uno a ellos e intercambiamos opiniones. Cuando traen la comida, nuestro pequeño grupo se disuelve y Lilac y yo nos quedamos a solas, le cuento la conversación entre Scar y el jefe de vigilantes y ella me toma del brazo y me conduce a la otra punta de la sala para hablar sin ser escuchadas por nadie.

-  ¿Estás segura de lo que dices? - pregunta en un susurro casi inaudible.

- Totalmente. - respondo también entre susurros.

- Será mejor que esto no salga de aquí. No le cuentes esto a nadie más, solo conseguirás meterte en problemas. - dice, realmente preocupada.

- Tranquila, no pensaba contárselo a nadie... pero creí que esto podría servirte de ayuda. - digo.

Me mira fijamente con agradecimiento en los ojos y nos damos un abrazo rápido para no llamar demasiado la atención. Pasamos el resto del día apartadas de los demás, ideando diferentes planes para los chicos. Mis tributos no tendrían porque tener problemas para salir con vida del baño de sangre, pero los suyos no lo tienen tan fácil. Pero ahora que su mentora sabe más o menos lo que les espera en la arena, puede que tengan una oportunidad.

A las ocho en punto, me reuno con todos en la plaza dónde se harán las entrevistas, los chicos están espectaculares. Sarah lleva una vestidito de gasa blanco por encima de las rodillas, sin mangas y cuello cisne, todo bordado, el pelo lo lleva recogido en un sencillo moño y apenas lleva maquillaje. Howl, lleva un traje de lino beige y una camisa blanca que le sientan genial con su tono de piel, le han dejado el pelo suelto y me sorprende lo largo que lo tiene. Nos despedimos de ellos y les deseamos suerte antes de ir a ocupar nuestros asientos.

El público enloquece y estalla en aplausos cuando aparece sobre el escenario Eustace Flickerman con su radiante sonrisa y sus sonoras carcajadas. Se acerca al borde del escenario y hace unas cuantas reverencias a los espectadores, que no cesan de lanzarle flores y besos. Este año, Eustace nos da un pequeño discurso sobre el primer vasallage de los veinticinco, no dice mucho más de lo que ya nos explicó el presidente Rain, pero aún así tienen que recalcarlo, no quieren que nadie lo olvide. Durante el discurso, miro a mi alrededor y no dejo de ver a personas emocionadas y asintiendo a las palabras del presentador, me pone furiosa y empiezo a rasgar el panfleto que nos repartieron al sentarnos. Una última floritura y todos nos ponemos en pie para escuchar el himno de Panem que precede a las entrevistas.

Los primeros tributos entrevistados son bastante superficiales, pero cuando les toca el turno a los del dos, queda claro que no tienen nada de superficial, al contrario, están deseosos por llegar a la arena. Los del tres no brillan mucho sobre el escenario, ni siquiera con la ayuda de Eustace. Llega el turno de Sarah que se levanta decidida y se dirige hacia el centro del escenario.

- ¡Espectacular! - exclama Eustace mientras Sarah va a su encuentro. Le ofrece una mano que ella toma y la hace girar para contemplar su vestido. -  Tienes unos ojos maravillosos Sarah, ¿Os habéis fijado? - pregunta al público y en ese momento, un primer plano de los ojos color ámbar de Sarah ocupan todas las pantallas.

Intercambian saludos y ambos toman asiento. La entrevista empieza con Eustace prodigando adulaciones sobre el aspecto físico de Sarah, ella responde con educación pero con tono frío.

- Bueno, a llegado el momento que todos estábamos esperando. Tu hermano y tu mentora compartieron juegos, ¿como te sentiste al ver morir a tu hermano y ahora estar en manos de la persona que lo vio morir sin hacer nada para evitarlo?

- Solo tenía cinco años, ¿como pretendéis que lo recuerde? - responde cortante. - Y en lo referente a mi mentora, ella no tiene la culpa de lo que pasó.

- Clara y concisa. - dice mirando al público. -  Este año, los nombres de los elegidos, salieron mediante votación, ¿que fue lo primero que pasó por tu mente al salir elegida por tus propios amigos y vecinos? - pregunta adoptando un tono más serio.

- Rabia, dolor, traición... - la última palabra la dice mirando directamente a cámara. - Unos sentimientos que jamás podré olvidar.

Justo en ese momento suena el zumbido que da por finalizada la entrevista y le llega el turno a Howl. Se acerca a Eustace y se estrechan la mano, el público estalla en risas cuando el presentador hace un chiste sobre la diferencia de altura entre ambos.

- Lo primero... bueno, en realidad es lo segundo. - se ríe de su propio chiste y continua. - Lo segundo que más me ha llamado la atención al verte, ha sido tu color de piel y tu pelo, nunca habíamos visto a nadie como tú en el Capitolio, ¿cierto? - pregunta dirigiéndose a los espectadores, que niegan a voces. - ¡Cuentanos tu historia!

- Provengo de un linaje muy antiguo, más incluso que los tiempos anteriores a los Días Oscuros, se nos conocía como ah-ni-yv-wi-ya. - empieza. - Ahora solo quedamos unos pocos, pero como puedes comprobar, somos unos grandes supervivientes. - termina poniendo gran énfasis en las últimas palabras.

- ¡Impresionante! - exclama Eustace. - Ah-ni... ¿como era? - pregunta y el público ríe.

- Ah-ni-yv-wi-ya. - responde solícito Howl.

- Impresionante. - repite entusiasmado. - ¿Podrías decirnos algo más en esa extraña lengua?

- Yo no se mucho, pero mi abuelo nos enseño algo cuando eramos pequeños. - dice. - Nigada aniyvwi nigeguda'lvna ale unihloyi unadehna duyukdv gesv'i. Gejinela unadanvtehdi ale unohlisdi ale sagwu gesv junilvwisdanedi anahldinvdlv adanvdo gvhdi.

El público suspira por este chico, se los ha conseguido meter a todos en el bolsillo con ese intrincado lenguaje suyo.

- ¡Maravilloso!  - exclama de nuevo. - ¿Que quiere decir en nuestro idioma?

- Que debemos estar agradecidos con nuestro sino y ser fuertes en los acontecimientos venideros. - contesta con una sonrisa deslumbrante.

- ¡Precioso! ¿no creéis? - pregunta volviéndose de nuevo hacia el público, que vitorea a Howl.

El zumbido da por finalizada su entrevista, Eustace hace pucheros al tener que despedirse de él ya que apenas a tenido tiempo de preguntar nada. La noche sigue y con ella las entrevistas. Cuando por fin se despide del tributo del doce, todos nos ponemos en pie para el himno. Con las últimas florituras musicales, nos ponemos en marcha para reunirnos con los chicos. Están a escasos quince metros de mí, cuando una señora de mediana edad y pelo color púrpura me para agarrandome del brazo.

- ¡Quiero patrocinar a Howl! - exclama excitada. - Es un chico guapísimo y sería una verdadera pena que pasara penurias en la arena. ¡Mi marido a dicho que puedo quedármelo!

- ¡Eso es maravilloso! - respondo con igual entusiasmo. - Mañana a primera hora, después del lanzamiento me reuniré personalmente con usted.

- ¡Perfecto! - chilla. - Cuando se lo diga a Pansy se va a morir de la envidia - dice alejándose de mi a saltitos.

Tres señoras más me paran por el camino con idénticas intenciones, pero finalmente consigo reunirme con ellos.

- ¡Felicidades chicos! habéis estado sublimes. Sarah has interpretado tu papel a las mil maravillas y Howl... ¡me has dejado sin palabras! - exclamo. - Apenas te ha podido preguntar nada, lo has llevado a tu terreno y ni se ha enterado, ¡excelente!

Subimos hasta el cuarto piso y nos dirigimos directamente hasta el comedor dónde nos espera una mesa repleta de suculentos manjares. Comemos y comentamos las entrevistas, entonces Solem pregunta:

- A sido muy bonito lo que has dicho en ese extraño lenguaje Howl, tus palabras darán fuerza a los tributos venideros.

- En realidad no significa lo que dije... - responde mirándome avergonzado.

- ¿Y que es lo que significa entonces? - pregunta Solem a la vez que da un largo trago de vino.

- Dice algo así como que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros en un espíritu de hermandad. - dice provocando que Solem se atragante. - Es un antiguo tratado que mi abuelo nos inculcó en casa.

- Pues espero que nadie se entere de esto o provocarás que nos castiguen a todos. - dice a gritos Solem.

Sé que la palabra "castigo" no es la apropiada para lo que nos podría pasar si lo descubren, pero no pienso llevarle la contraria, porque sé que en cierto modo tiene razón, aunque estoy muy orgullosa de Howl por el valor que ha tenido al decir esas palabras para todo Panem.

domingo, 20 de mayo de 2012

CAPÍTULO 17 Mags

Después del desayuno, Howl se va con Solem a practicar sus modales para la entrevista de mañana y Sarah se queda conmigo para la sesión de contenido, que básicamente consiste en darle una personalidad que atraiga a la gente y con suerte, la quieran patrocinar. Nos sentamos en el salón y empezamos a buscar su enfoque.

- No te voy a engañar Sarah. - empiezo. - Tu aspecto es prácticamente en lo único en lo que se van a fijar todos. Las preguntas de tu entrevista se basarán en eso y probablemente también te pregunten por tu hermano. - le digo, ella asiente.

- ¿Y que se supone que les tengo que decir de Nereo? - pregunta. - Solo tenia cinco años cuando el murió, no recuerdo nada de sus juegos... solo el dolor y la desolación que produjo a mi familia. - esto último lo dice en un susurro casi imperceptible.

Aprieto fuertemente su mano entre las mías porque conozco a la perfección esos sentimientos. Nos quedamos largo rato en silencio, el cual aprovecho para pensar y solo lo rompemos cuando una avox nos ofrece un té. Suelto su mano para que pueda coger su taza y me recuesto hacia atrás en el sillón, la miro largamente y se me ocurre algo que podría funcionar.

- ¿Y si...? - empiezo a preguntar. - No, no es una tontería... aunque, podría funcionar. - musito, sentándome al filo del sillón y echándole azúcar a mi té.

Noto su mirada clavada en mí, pero la evito y tomo un poco de té, me siento de nuevo hacia atrás y cruzo las piernas.

- ¿Qué podría funcionar? - pregunta mirándome con suspicacia.

- No, nada... solo era una idea pasajera que enseguida he desechado, por lo ridícula que te iba a resultar... - respondo sin apenas dedicarle una mirada y bebiendo más té.

- Aún así quiero saberla. - me dice.

- Había pensado en que fueras implacable, que respondieras a las preguntas sobre tu hermano como algo que pasó hace tanto tiempo que ni siquiera te acuerdas. - le digo restándole importancia, mientras alargo una mano para coger una pastita.- Y cuando te preguntaran como te sentiste al salir escogida por tu propio distrito, que fueras cortante, que dieras a entender que los culpabas por ello y que no pensabas ser indulgente.

- No quiero que piensen eso de mí en el cuatro, yo no soy así... - dice un poco molesta.

- Solo pensarán eso de ti en el Capitolio. - la tranquilizo.- Nadie que te conozca creerá nada de lo que digas. Esto no es más que un juego, pero uno al que sabemos jugar todos.

- ¿Entonces tengo que parecer enfadada? - pregunta con ese tono dulce tan propio de ella.

- ¡Tienes que estar enfadada! - exclamo. - ¡Esa gente mató a tu hermano y obligó a tu pueblo a elegirte para matarte a ti también! - le digo señalando por la ventana y sé, por su expresión que acabo de ganar este asalto.

- ¡Tienes razón! - dice levantándose. - ¡Estoy enfadada! no, ¡estoy furiosa! - dice mirándome con llamas en los ojos. - Los voy a tratar como se merecen, con desprecio y odio. ¡Todo Panem va a saber quien es Sarah Russet!

Las cuatro horas de Sarah han concluido satisfactoriamente. Me despido de ella y me dirijo al comedor para encontrarme con Howl, la comida está servida así que me siento frente a él y empezamos la sesión mientras comemos.

- ¿Qué tal la mañana con Solem?

- Soporífera. - responde llevándose un muslo de pollo a la boca.

- Entonces como siempre. - le digo y ambos estallamos en sonoras carcajadas.

- ¿Qué tal la tuya con Sarah? - pregunta expectante.

- No tan soporífera. - le respondo con una sonrisa. - Mi plan a funcionado.

- ¿Has logrado enfadarla?

La sonrisa que se forma en mis labios le responde y continuamos con una charla insulsa hasta que terminamos de comer. Una vez que los avox han despejado la mesa, nos ponemos serios.

- ¿Tienes algo pensado? - le pregunto sin rodeos.

- Voy a ser yo mismo, no puedo aparentar ser otra cosa. - contesta encogiéndose de hombros.

- Perfecto, justo lo que quería que dijeras. - le digo. - Quiero que seas natural y lo más sincero que puedas. Responde lo que quieras, pero piensa antes de responder, no quiero que te metas en lios antes de empezar. Estoy segura de que a ti te hará muchas preguntas, tu aspecto es algo nuevo para ellos y lo querrán explotar al máximo.

- Supongo que por eso quedamos pocos... porque nos quisieron explotar al máximo. - dice apesadumbrado.

- Yo no creo eso y tu tampoco deberías, sois unos supervivientes y tendrías que estar orgulloso de ello.

- Hablas igual que mi abuelo. - dice sonriendo.

- Tu abuelo es un gran hombre y el entretenimiento número uno del distrito hasta que nació Sarah y los revolucionó a todos con sus canciones. - le digo y volvemos a estallar en risas.

Seguimos con nuestra charla hasta la hora de la cena. Durante la misma, no puedo evitar bostezar varias veces, las últimas noches apenas he podido pegar ojo entre pesadilla y pesadilla y esto empieza a pasarme factura. Cuando terminamos de cenar, me despido de todos y me voy a mi cuarto. Me estiro en la cama y saco la foto de mi familia de su escondite, la miro unos instantes y la beso antes de volver a guardarla y caer rendida a un sueño profundo y sin pesadillas.

lunes, 14 de mayo de 2012

CAPÍTULO 16 Mags

Unos suaves toquecitos en el brazo me salvan de ver morir de nuevo a Nereo atrapado en los musculosos nudos de la serpiente. Mi respiración está muy agitada y estoy completamente empapada en sudor, miro a mi alrededor apartándome el pelo de la cara y restregándome los ojos hasta conseguir aclararme la vista. La avox me mira asustada, por mi brusca reacción al despertarme.

- Lo siento, no pretendía asustarte. - le digo, con una voz tan temblorosa como mi cuerpo.

Me tambaleo un poco al levantarme de la cama y ella me ayuda sujetándome por el brazo, estoy mareada y siento unas terribles ganas de vomitar. Siempre es el mismo sueño, la misma reacción, el mismo día desde hace tantos años. Me doy una ducha rápida y me visto antes de salir a encontrarme con los demás. Soy la última en llegar, todos se giran hacia mi cuando hago mi aparición en la sala. Lanzo una rápida mirada a la estancia y tomo asiento frente a los chicos. Howl parece concentrado, pensativo. Sarah en cambio parece cansada, unos círculos oscuros adornan sus ojos esta mañana.

- Supongo que ambos tenéis claro lo que vais a mostrar a los vigilantes, ¿verdad? - pregunto expectante, aunque sin entusiasmo alguno en la voz.

Asienten, pero ninguno habla. Se lanzan miradas furtivas, traman algo y al parecer estoy fuera del plan.

- ¿Vais a contarme que os traéis entre manos? - digo empezando a exasperarme, evitan mi mirada y mi pregunta, doy un golpe sobre la mesa. - No estoy de humor para secretitos y menos estando tan cerca de la arena. - espeto, ahora enfadada de verdad.

Siguen sin hablar y ya no aguanto más esta absurda situación. Me levanto bruscamente de la silla provocando que esta caiga con gran estruendo al suelo, los agarro a ambos por el brazo y los arrastro conmigo hasta mi habitación, cerrando de un portazo.

- ¿Que os habéis creído, que podéis andar ocultándome cosas a estas alturas? ¿Así es como queréis volver a casa? - bramo, paseándome por toda la habitación. - ¿A caso no entendéis que sin mi ayuda estáis desamparados?

- Claro que lo sabemos, por eso mismo te lo queríamos ocultar. - dice Sarah.

- ¿Ocultarme el qué, si se puede saber? - pregunto aún enfurecida.

Howl levanta la mirada y nos miramos a los ojos durante un par de segundos, luego se gira hacia Sarah.

- Deberías ser tú la que se lo diga, al fin y al cabo fue idea tuya. - dice Howl.


Empiezo a impacientarme y justo cuando voy a empezar a vociferar de nuevo, Sarah se levanta de la cama y empieza a hablar.

- No voy a ganar, lo sabes tú y lo saben todos. No tengo ni la más mínima posibilidad de hacerlo - dice y cuando voy a intervenir alza una mano para acallarme. - Toda la ayuda que consigas de los patrocinadores debería ser para Howl, él si que tiene capacidad de sobra para ganar.

- Eso debería decidirlo yo, ¿no crees? - le digo.

- ¡No si lo que realmente quieres es protegernos! - dice alzando un poco la voz. - No podemos ganar los dos y lo sabes, así que debes elegir y tu mejor opción es Howl.

Asiento despacio y me dirijo lentamente hacia la ventana, suspiro y me vuelvo para encararlos de nuevo.

- ¿Eso es lo que quieres que le diga a tu madre cuando vuelva al distrito cuatro, que mi mejor opción era Howl y que te abandoné a tu suerte? - vuelvo a asentir. - Sus dos hijos muertos en la arena y por mi culpa.

Sarah se levanta y se dirige a la puerta, miro a Howl y le hago una señal para que la siga. No quiero que lleguen tarde a la sesión privada. Me siento en la cama y repaso mentalmente lo que acaba de ocurrir. Pasan diez minutos cuando Drew asoma por la puerta.

- ¿Va todo bien? - pregunta.

- No lo sé. - respondo, ella cierra la puerta y se sienta a mi lado.

- Sarah ha salido llorando de aquí... - dice.

- Ya, bueno, supongo que ella misma se lo ha buscado un poco. - contesto, quizás demasiada brusquedad, porque Drew se gira hacia mí con el ceño fruncido.

- Es solo una niña asustada. - dice.

- ¡Todos estábamos asustados en su situación! - digo levantándome y echando a andar de nuevo por la habitación. - Pero ninguno tiramos la toalla antes de empezar y mucho menos se lo tratamos de ocultar a nuestro mentor.

- ¿Sarah se ha rendido? - pregunta, ahora confusa.

Asiento llevándome las manos a la cabeza y revolviéndome el cabello sin dejar de dar paseos.

- Cree que no tiene posibilidad alguna y quiere que me centre exclusivamente en Howl. - le explico. - Hoy no tengo un buen día y toda esta historia no ha hecho más que empeorarlo, le he mencionado a su madre y por eso lloraba.

- Su madre... supongo que la conoces, ¿no? - pregunta.

Asiento mientras me acerco a la ventana y miro el Capitolio en todo su esplendor.

- Más desde que gané los juegos, eso de alguna forma nos unió. Aunque nunca lo he entendido muy bien. - digo.

- Supongo que porque tu fuiste la última persona que estuvo con su hijo y lo cuidó. - dice.

- Su hijo murió por mi culpa. Si hubiera muerto yo, él ahora estaría aquí. - musito.

- Si el llegó tan lejos en la arena fue por ti. - dice, acercándose a la ventana y posando su mano en mi hombro.

- Tengo que irme a la última reunión de mentores, después nos vemos. - le digo encaminándome hacia la puerta y dejándola dónde está.

Al llegar a la altura del salón, veo a Solem por el rabillo del ojo, negando con la cabeza al verme pasar. La puerta del ascensor se abre casi al instante, entro y pulso el botón que me llevará hasta mi destino. Esta vez cuando se abren las puertas el pasillo está más concurrido, hay varios avox portando bandejas de comida y jarras con bebidas de colores llamativos. Suspiro aliviada y entro en la sala. Apenas intercambio unas pocas palabras con Lilac y los demás mentores. Un avox muy alto se me acerca y me entrega un papel en el que me indican que mis tributos ya han concluido su entrenamiento privado y que por lo tanto debo reunirme con ellos en nuestro piso. Me despido de todos de forma poco efusiva y salgo de la sala dirección a los ascensores. Justo cuando se abren las puertas y me dispongo a entrar una voz me sobresalta.

- ¡Mags! ¡querida! - me llama la voz de Augustus, pero en ese momento se cierran las puertas y me siento agradecida por una vez a la extrema rapidez del Capitolio.

Al llegar a mi planta, el corazón aún me anda desbocado, no puedo creer la suerte que he tenido. Me dirijo al salón dónde están todos sentados, Howl me lanza una mirada apacible, que me indica que todo está bien. Sarah no me mira y ahora mismo, una simple mirada es lo único que necesito, pero no lo hace, es tan orgullosa como yo. Me aclaro un poco la garganta y digo:

- ¿Podemos hablar? - alza la mirada. - a solas. - les indico mirándolos a los dos.

Se levantan y los tres nos volvemos a encaminar a mi habitación, aunque esta vez sin forcejeos ni gritos.

- Haremos lo que queráis. - ambos me miran con los ojos muy abiertos. - Pero será a mi manera y dependiendo de la puntuación que saquéis esta noche, se hará de un modo u otro, ¿entendido? - asienten y los tres volvemos al salón.

Una vez de vuelta, Solem les pregunta que es lo que han hecho en sus sesiones privadas. Howl explica como tumbó a varios ayudantes en combates cuerpo a cuerpo y que probó varias lanzas con buenos resultados. Sarah probó con varios ejercicios de habilidad y rapidez y lanzó algunos cuchillos, pero no está muy contenta con su actuación. La cena ya está lista y todos nos sentamos a disfrutarla. Después de la cena volvemos al salón a ver para ver las puntuaciones por la televisión. Eustace Flickerman hace su aparición en pantalla para anunciar los puntos otorgados por los vigilantes, empiezan por el tributo del uno que saca un nueve, igual que su compañera, el chico y la chica del dos se hacen con un diez cada uno y cuando llega el turno de los tributos del tres la cosa cambia, el obtiene un seis y ella un cinco. Ahora es nuestro turno, Howl consigue un diez y para sorpresa de todos Sarah obtiene un ocho. Casi no prestamos atención a las demás puntuaciones ya que estamos todos exultantes. Miro a Sarah que sonríe incrédula por lo que acaba de pasar.

viernes, 11 de mayo de 2012

CAPÍTULO 15 Mags

Me paso gran parte de la mañana ponderando las opciones de mis tributos. Como plantearles a los patrocinadores que son los mejores y que con su ayuda son más que capaces de hacerse con la victoria. Cuando ya tengo un plan más o menos definido, me dirijo al comedor dónde están Drew y Eldur, el estilista de Howl. Ambos están ensimismados comparando telas y distintos diseños para los trajes de las entrevistas. Me siento al otro extremo de la larga mesa y reviso mis apuntes una y otra vez hasta que nos sirven la comida. Me sirvo un plato bastante generoso de arroz salvaje con verduras y setas, que está delicioso. Por la tarde me reuno con los demás mentores en la sala de reuniones e intercambiamos impresiones, mañana cuando nos volvamos a ver, ya tendremos una idea de con quien tenemos que hablar para las negociaciones de las alianzas entre los tributos.

A las ocho en punto regresan los chicos de su primera sesión de entrenamiento, Solem los manda a sus habitaciones para que se aseen un poco antes de la cena que se servirá a las nueve. Quedan quince minutos para la cena y Sarah todavía no aparece. Miro a Howl con el ceño fruncido a modo de pregunta y se encoge de hombros. Voy en su busca y al llegar a su puerta llamo y espero, pero no obtengo respuesta. Abro la puerta despacio y miro dentro, pero no está, me dirijo al baño dónde se oye agua correr y vuelvo a llamar.

- ¿Sarah? - pregunto. - ¿Estás bien?

- ¡Sí! enseguida salgo. - responde con voz temblorosa.

Me giro hacia la puerta, pero al llegar a su altura me detengo con la mano a medio camino del pomo y me vuelvo para sentarme a esperarla. Sale enseguida, tal y como dijo y se sorprende mucho al verme esperándola.

- ¿Que tal ha ido el entrenamiento? - pregunto, mientras ella se viste.

- Bien... bueno, ha sido muy duro. Los tributos profesionales son enormes y dan mucho miedo. - responde.

- Recuerda que tu también eres una profesional. - digo.

- No como ellos. En el cuatro mi trabajo consistía en recoger moluscos cuando la marea lo permitía, no en combates cuerpo a cuerpo, lanzar cuchillos y esas cosas... - explica.

- Lo sé, pero ellos no. Podemos darles una impresión equivocada, ¿no crees?

- Supongo... - responde al tiempo que gruñe su estómago.

- Vamos a cenar. - le digo riendo.

Durante la cena, hablamos de los entrenamientos, de los demás tributos y de las diferentes estrategias que quiero que sigan. Cuando terminamos, los chicos se marchan a dormir agotados. Yo me quedo dónde estoy, mirando a Solem de hito en hito hasta reunir las fuerzas necesarias para enfrentarme a él.

- Siento mucho lo que pasó ayer por la noche y quería disculparme contigo. - suelto de golpe, rompiendo el silencio reinante.

- Me alegra que te disculpes. Tu comportamiento de ayer estuvo totalmente fuera de lugar. - dice dedicándome una blanca sonrisa de suficiencia.

Después de escuchar sus palabras me levanto y me voy despotricando por el pasillo hasta llegar a mi cuarto. Cierro la puerta y me desnudo de camino al baño, dónde me doy una ducha rápida antes de acostarme. Doy unas cuantas vueltas antes de perderme en la bruma de un sueño lleno de pesadillas. Me despierto antes del amanecer, me visto con ropa cómoda y salgo hacia el salón. Pido un té y me siento en un sillón cercano a la ventana para contemplar la ciudad esperando a que el astro rey haga su aparición. Subo los pies y los rodeo con mis brazos apoyando la cabeza en las rodillas. Pienso en River, seguro ya habrá zarpado y estará surcando el mar en busca de algo que pescar. Ona en cambio estará durmiendo. Los echo mucho de menos, pero me siento responsable de estos niños y no puedo dejarlos a su suerte.

El último día antes de los entrenamientos privados bajo con los chicos en el ascensor para ir a reunirme con los otros mentores, me bajo un piso antes que ellos y me encamino por un largo y solitario pasillo. Voy totalmente concentrada en mis cosas hasta que el sonido de unos pasos me saca de mi ensimismamiento. Reconocería el sutil repiqueteo de esos zapatos en cualquier sitio. Es Augustus Merryweather, mi primer pensamiento es el de huir y esconderme cual animalillo asustado, pero no me da tiempo.

- ¡Oh! Mags querida, que alegría volver a verte ¿te has estado escondiendo de mi? - pregunta poniéndose de puntillas, acercando su rostro sudoroso al mio.

Niego con la cabeza alejándome todo lo posible de él, pero enseguida me topo con la dura pared y me arrincona.

- Seguro que has estado muy ocupada, ¿verdad? - pregunta con una voz que pretende sonar seductora al tiempo que me acaricia la mejilla.

- Si, es un trabajo muy duro. - respondo rehusando mirarle, sin un ápice de entusiasmo en la voz.

- Sabes que eso podría cambiar si tú quisieras... - dice enroscando uno de sus rechonchos dedos en mi pelo.

Me siento aprisionada entre él y la pared, cada vez lo noto más cerca, pero sigo sin mirarle, no quiero que vea la desesperación en mi rostro y esto se convierta en un juego más divertido para él. Noto su aliento, caliente y asqueroso sobre mi cara. Justo cuando decido apartarlo de mí de un empujón, Lilac viene en mi rescate.

- ¡Mags! creí que ya no vendrías...

- ¡Ya voy! - digo aliviada. - ¿Me permites? - pregunto mirando el brazo estirado de Augustus que me corta el paso.

- ¡Oh! por supuesto, faltaría más. - responde retirando el brazo y lanzándole una mirada desdeñosa a Lilac.

Miro a Lilac dedicándole un silencioso "gracias", ella asiente y juntas nos encaminamos a la sala de reuniones. Nada más entrar Scar se me acerca, da un poco de miedo con esa cicatriz cruzándole el ojo.

- ¡Al fin apareces! quiero a tu chico. - suelta sin andarse por las ramas.

-Ya, bueno... aun tengo muchas cosas que decidir y hablar con ellos. - respondo.

- Nada de "ellos", solo quiero al chico. - dice entornando los ojos con suspicacia.

- Pues tendrás que esperar. - le digo, dejándolo dónde está.

Me vuelvo a reunir con Lilac, que está sentada en uno de los numerosos sillones de la estancia.

- ¿Que se ha creído ese? - le digo algo molesta.

- Lo mismo que todos los del dos, que el mundo es suyo. -  responde formando media sonrisa.

- ¿Como vas con los patrocinadores? - le pregunto, aunque está bastante claro que viniendo de dónde viene la cosa está mal.

- ¿Tú que crees? - dice con una sonrisa amarga en los labios.

Reposo mi mano en su brazo. Lilac no ha tenido mucha suerte con sus tributos, chicos y chicas famélicos y desnutridos que apenas duran diez minutos en la arena. Se me parte el alma cada vez que se marcha de vuelta a su distrito, sabiendo que no pudo hacer nada por ellos, salvo una semana de buenas comidas y camas mullidas. El día se me hace larguísimo, son casi las nueve cuando finalmente las puertas del ascensor se abren para dejarme en la cuarta planta. Todos me esperan sentados a la mesa.

- Siento el retraso. - digo mientras le arrebato una patata frita de la mano a Howl.

- No te preocupes, tu trabajo es muy importante. - dice Solem restándole importancia.

- ¿Que tal el día? - pregunto mientras me sirvo una rodaja de salmón wellington que huele de maravilla y me recuerda vagamente a casa.

- Los del dos no se han separado de mi ni un segundo. - dice Howl.

- He recibido cuantiosas ofertas de su mentor para que os aliéis con ellos. - digo.

- ¿Los dos? - pregunta Sarah con un deje de incredulidad en la voz.

- ¡Por supuesto! ¿que esperabas? tu también eres una profesional. - miento, concentrándome en mi plato.

Asiente, aunque no parece estar muy de acuerdo. Howl la mira con tristeza y se vuelve hacia mi.

- ¿Tú que quieres que hagamos?

- De momento que terminéis de cenar y os vayáis a la cama, mañana son los entrenamientos privados y tenemos mucho que preparar. - respondo.

 Obedecen mis instrucciones y se marchan al acabar, yo me aplico el cuento y hago lo mismo. Me siento en la cama y ojeo mis apuntes: estrategias, patrocinadores... Estoy cansada y se me cierran los ojos, dejo los papeles sobre la mesita y me tumbo de lado, mirando hacia las iluminadas calles del Capitolio. Mañana es un día importante, porque mañana, es el principio del fin.

lunes, 7 de mayo de 2012

CAPÍTULO 14 Mags

Ya en los ascensores, me permito relajarme, he estado en tensión desde mi encontronazo con Augustus. Miro a Sarah y un ramalazo de tristeza me golpea el pecho. La cojo de la mano y se la aprieto con fuerza, noto su mirada clavada en mi, pero yo sigo mirando al frente. El ascensor hace una para en el tercer piso y cuando las puertas se vuelven a cerrar les digo:

- Esto es solo el principio.

Se abren las puertas del ascensor y salgo disparada a mi habitación, cierro la puerta y me siento al borde de la cama. Saco una fotografía del bolsillo y una sonrisa aparece en mi rostro al ver a River y a Ona sonriéndome, pero la sonrisa dura lo que dura un suspiro y una lágrima silenciosa recorre mi mejilla. Justo en ese momento llaman a la puerta y me limpio rápidamente el rostro con el dorso de la mano.

- ¿Puedo entrar? - pregunta Drew desde el otro lado de la puerta.

- Si, pasa. - respondo.

Entra despacio y se sienta a mi lado, me pasa un brazo por los hombros y yo apoyo mi cabeza en el suyo. Me coge la foto de las manos y la mira sonriendo.

- No puedo creer cuanto a crecido ya... está preciosa. - dice devolviéndome la foto.

- Si, ahora está en la fase de preguntar por todo y está muy graciosa. - digo guardándola de nuevo.

- ¿Y tú, en que fase estás? - me pregunta.

- Ahora mismo lo único que quiero es gritar hasta quedarme sin voz, estoy muy harta de todo esto, de Augustus, del Capitolio y de los Juegos del Hambre. Esto tiene que estallar algún día... y espero que sea pronto - respondo.

- Eso es lo que todos queremos. - dice levantándose de la cama y arrastrándome con ella.

Salimos de la habitación y nos dirigimos al comedor, dónde están todos esperándonos para cenar. Me siento frente a Howl que mira extrañado la comida.

- Adelante come, aprovecha mientras estés aquí para fortalecerte todo lo que puedas. - digo. - ¡Los dos! - añado mirando también a Sarah.

- Es todo tan... que no se por dónde empezar. - dice Howl mirándome.

- Empezad por las grasas, os harán falta en la arena. Pero no os atiborréis, no sería bueno que os enfermaseis. - les digo.

Después de tomar el postre, vemos la repetición de la ceremonia inaugural en el salón. Mis chicos son de los más aclamados, aunque no es de extrañar en el caso de Howl, ya que tiene un físico muy llamativo y eso es precisamente lo que más atrae a la gente del Capitolio. Antes incluso de reunirme con ellos después del desfile para ir a nuestra planta del Centro de Entrenamiento, ya he recibido varias ofertas de patrocinadores interesados en él.

- Id a dormir, mañana es la primera sesión de entrenamiento y tenéis que estar descansados. - digo.

- Buenas noches. - se despiden a la vez.

Asiento en su dirección y se marchan. Me giro hacia los demás, que siguen comentado el desfile. Les comento mi corto intercambio de palabras con posibles patrocinadores y Drew pregunta:

- ¿Como los vas a vender?

- Muy a mi pesar, el exotismo de Howl es su mejor baza. Seguiré por ese camino con él, pero aún no sé que hacer con Sarah. - respondo.

- Bueno, también es muy guapa. Podrías intentarlo también con eso, ¿no crees? - dice Solem.

- Podría, pero será difícil, tiene un duro competidor. - respondo frotándome las sienes.

- También podrías usar a su hermano, a la gente les encantan las tragedias familiares y Nereo era muy querido en el Capitolio. - dice Solem encogiéndose de hombros tranquilamente.

- ¿Como puedes ser tan rastrero? - espeto indignada. - Debería darte vergüenza. - continuo, levantándome del sofá y marchándome a mi habitación.

Cierro de un portazo y me dirijo a la cama, cojo un cojín, lo aprieto sobre mi rostro y grito todo lo fuerte que me permiten los pulmones. Tiro con fuerza el cojín, provocando que caiga un jarrón y se haga añicos. Me acerco a la ventana y los miro celebrar la muerte de unos niños que no son los suyos. En mi interior les grito toda clase de improperios.

Me despierto al amanecer, no he dormido mucho, pero al menos he podido descansar algo. Me doy una ducha rápida y me pongo algo cómodo antes de salir a enfrentarme con los demás en el desayuno. Cuando llego están todos sentados menos Solem, mejor pienso, no tenía ganas de verlo. Me siento al lado de Sarah que parece tener mejor color y me sirvo un café bien cargado. Los observo atentamente durante un par de minutos, parecen amigos, puede que sea algo bueno, ya que significaría que llegado el momento podrían ser aliados y eso les beneficiaría a la larga, sobretodo a Sarah. Bebo un poco, me aclaro la garganta y empiezo a hacer mi trabajo como mentora.

- ¿Habéis pensado como queréis entrenaros? - pregunto.

- No entiendo... - dice Sarah.

- ¿Juntos o separados? - pregunta Howl. - ¿Es eso a lo que te refieres? - continua.

- Exacto. - asiento. - Os diré lo mismo que mi mentor nos dijo a mi y a mi compañero en su día. - digo mirando de reojo a Sarah. - Entrenaos juntos, pareced un equipo, uno fuerte. Los otros profesionales os aceptaran como parte de su grupo y eso os garantizará salir con vida del baño de sangre.

Asienten, pero cuando están a punto de empezar a formular preguntas, levanto un dedo que los hace enmudecer.

- Ahora toca mi consejo. - les digo. - Seguid solo la primera parte.

- ¿No quieres que nos aliemos con nadie? - pregunta Howl frunciendo el ceño extrañado.

- Solo entre vosotros, podéis confiar el uno en el otro y cuando llegue el momento de separaros lo sabréis. - respondo.

- ¿Y que pasa si al separarnos solo quedamos nosotros dos? - pregunta Sarah. 

- Procurad que eso no ocurra. - respondo con voz apenas audible.

Asienten en silencio y yo cambio de tema.

- Otro asunto importante son vuestras habilidades, ¿cuales son? - pregunto mirándolos atentamente a ambos.

- Yo soy bastante rápida y podría defenderme con un cuchillo si me hiciera con uno. - responde Sarah.

- ¡Vaya! eso está muy bien Sarah, admito que me has sorprendido. - digo asombrada. - ¿Howl?

- No soy muy rápido, pero en un cuerpo a cuerpo tendría posibilidades de ganar y tengo bastante puntería con las lanzas. Gracias a eso comemos en casa. - responde.

- Está muy bien. - digo mirando la hora. - Será mejor que vayáis acabando y os reunáis con Solem en los ascensores para bajar a la sala de entrenamiento.

Terminan de desayunar y se despiden de mi. Justo cuando los veo desaparecer por la puerta recuerdo lo más importante y me lanzo tras ellos.

- ¡Esperad! - grito. - Procurad no mostrar lo que sabéis hacer, sería una desventaja para vosotros.

Vuelven a asentir y se meten en el ascensor dónde ya está esperándolos Solem, que no me dedica ni una mirada más de las que le dedico yo a él. Admito que soy bastante rencorosa y que no es algo bueno que el acompañante de mi distrito y yo no nos dirijamos la mirada, pero anoche hirió mis sentimientos de la manera más cruel que pueda imaginar, aunque él parece no haberse percatado de que se equivocó. Tendré que sucumbir y tratar de disculparme, no necesito más enemigos en el Capitolio.

miércoles, 2 de mayo de 2012

CAPÍTULO 13 Mags


Este año se cumplen veinticinco años desde que perdimos la guerra contra el Capitolio.

Es el veinticinco aniversario de los Juegos del Hambre.

El presidente Rain ofrece un comunicado especial para la conmemoración. Suena el himno del Capitolio y el gobernante sube al escenario, seguido de una chica vestida de blanco que sostiene una caja de madera. Termina el himno y el presidente inicia un discurso sobre los Días Oscuros y como de ellos, surgieron los Juegos del Hambre. Explica que cuando se decidieron las reglas de los juegos, se decretó que cada veinticinco aniversario se conmemoraría con el vasallaje de los veinticinco. En el cual, los juegos serían especiales en memoria de los caídos por la rebelión de los distritos. Finalizado el discurso, abre la caja que sostiene la chica y saca un sobre amarillento de su interior con un veinticinco grabado, rasga el sobre, saca la tarjeta y lee:

 - En el veinticinco aniversario, como recordatorio a los rebeldes de que sus hijos mueren por culpa de su propia violencia, todos los distritos deberán celebrar elecciones y votar a los tributos que los representarán.

Han pasado algunos años desde que me proclame como ganadora de los Juegos del Hambre. Tendría que sentirme orgullosa al decir que conseguí traer de vuelta a dos tributos, pero como sentir tal emoción cuando he perdido a veinticuatro niños por el camino. Cada año es más difícil y duro que el anterior. Mi vida es más dura y difícil. Mi abuela dejó este mundo hace tiempo, aunque no estoy sola, tengo a River y Ona, nuestra hija. La mantengo oculta, fuera de las garras del Capitolio, porque sé que su nombre sería un más que apetecible regalo para sus juegos. Vivo con miedo a que un día la descubran, pero sería peor si supieran de su existencia. Mañana es la cosecha y no puedo pegar ojo, nos avisaron de que este año sería diferente, de que tendríamos que elegir nosotros mismos a los tributos, un cambio en los juegos por el veinticinco aniversario. No paro de dar vueltas en la cama así que decido levantarme e ir a ver como está ella, la observo dormir en su cunita, tan pequeña y frágil, lo único que deseo en estos momentos es acunarla en mis brazos y protegerla de todo, pero no quiero despertarla.

Me bajo a la cocina y me preparo un té. Noto unos suaves toquecitos en el hombro que me sacan de mi duermevela, miro en derredor y ya es de día, debí quedarme dormida.

- ¿Pesadillas? - pregunta River.

- Algo así. - respondo masajeandome las sienes.

- Te prepararé el desayuno. - dice besándome el cabello.

- No te molestes, no tengo hambre y aunque así fuera, no podría tomar bocado. - digo levantándome y saliendo de la estancia.

Subo las escaleras y me dirijo al cuarto de Ona, está despierta, de pie en su cuna y cuando me ve aparecer alza sus bracitos gordezuelos para que la coja. La tomo en mis brazos y la beso, pronto vendrán a llevársela para que no la vean las gentes del Capitolio que en breve harán su aparición en el distrito. Le pongo un vestidito azul y peino sus rizos cobrizos. Me visto con lo primero que veo y bajamos a la cocina. Llaman a la puerta y mi cuerpo entra en tensión, River va a abrir y es su hermana, la que se hará cargo de la niña hasta que yo regrese. Me despido rápidamente de ella con lágrimas en los ojos y me meto en casa sin echar la vista atrás.

Falta media hora para que empiece la cosecha, pero no aguanto más dentro de casa, así que salgo para dirigirme a la plaza. Desde que se anunció el vasallage, la gente del distrito cuando me ve por la calle, en las contadas ocasiones en las que abandono mi hogar, me detiene para preguntarme a quien deberían escoger para ir a la arena. Una pregunta que no se responder, porque es como si me preguntaran a quien quiero mandar a morir. Cuando hago mi aparición en la plaza, la gente se amontona a mi alrededor, pero yo apenas escucho un leve murmullo. La cosecha está apunto de comenzar y me dirijo a mi asiento en el escenario.

Este año, en lugar de filas de niños esperando a registrarse, hay hileras de adultos esperando para votar, una vez que todos han votado, hacen un recuento rápido y anotan los nombres elegidos y los depositan en el interior de las urnas. El alcalde Hook recita su discurso anual, seguido de la lista de ganadores del distrito cuatro y da paso al viejo Solem, mi antiguo acompañante.

- ¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y feliz primer vasallaje de los veinticinco!

Se acerca a la urna de las chicas y saca la única papeleta que hay en su interior, vuelve al centro del escenario y dice el nombre de la elegida:

- Sarah Russet.

La veo aparecer entre la gente, no parece la misma persona a quien todos llaman pajarito, ese brillo especial que siempre tienen sus ojos parece haberse apagado en el  mismo instante en que Solem pronunció su nombre. Sube los escalones de forma pausada, como esperando que alguien se ofrezca voluntaria en su lugar. Cuando llega arriba, nuestras miradas se cruzan.

- ¡Demosle un gran aplauso a nuestra primera tributo! - pide Solem

El publico aplaude sin apenas dedicar una mirada a Sarah. Solem se vuelve ahora hacia la urna que contiene el nombre del tributo masculino, agarra el papel del fondo, vuelve a pasos apresurados al centro del escenario y lo lee:

- Howl Wolf.

Lo observo avanzar hacia el escenario a paso firme. Es alto y robusto, de piel rojiza, con el cabello y los ojos azabaches, una rareza en nuestro distrito. Al llegar arriba, Solem vuelve a pedir un aplauso y ambos tributos se dan la mano. Vuelve a sonar el himno que da por finalizada la cosecha y los conducen al interior del Edificio de Justicia, dónde podrán despedirse de sus familias.

Ya en el tren, me acerco a Sarah y le doy un abrazo, ella apoya su cabeza en mi hombro y rompe a llorar desconsoladamente. Cuando al fin consigo calmarla la llevo a su compartimento, le preparo una ducha y la espero sentada en la cama.

- ¿Porque yo? - pregunta con la cara aún hinchada por el llanto.

- No lo sé.- es lo único que acierto a decirle.

Se sienta a mi lado, pero yo me levanto y me dirijo al armario para buscarle algo de ropa para la cena. Se la paso, se viste y salimos a cenar. Una vez que estamos todos, empezamos a comer, aunque yo apenas pruebo bocado.

- ¿Que os parece si vemos la repetición de las cosechas? - pregunta Solem.

Miro a los chicos que no están muy por la labor, aunque parece que se convencen cuando digo:

- Vayamos a ver a que nos enfrentamos.

Nos sentamos en la sala del televisor y vemos las cosechas de los demás distritos. Este año nadie se presenta voluntario, los profesionales han tenido tiempo de venderse como ganadores y en los distritos más desafortunados nadie lo hará.

- Id a dormir, mañana será un día muy largo. - les digo, abandonando la estancia.

Me dirijo a mi compartimento y me tumbo en la cama, no dejo de pensar en lo que me espera cuando llegue al Capitolio. Ya está amaneciendo y no he pegado ojo, la cabeza me va a estallar, pero aún así salgo y me dirijo al vagón comedor.

- Buenos días, ¿que tal habéis dormido? - pregunto cuando aparecen los chicos.

- A ratos. - responde Howl, Sarah se limita a negar con la cabeza.

- Es normal, seguro que estáis ansiosos por lo que está por suceder. - dice Solem con entusiasmo.

- Comed algo, pronto llegaremos al Capitolio. - respondo tajante lanzándole una mirada envenenada a Solem.

Me sirvo café, los observo durante un rato y finalmente rompo el incomodo silencio que se a apoderado de la habitación.

- Pronto llegaremos a la estación y pasareis a estar en manos de vuestros estilistas, procurad ser amables y respetuosos. Y bajo ninguna circunstancia os neguéis, ni os resistáis a los que os pidan, ¿de acuerdo? - digo seriamente mirándolos a ambos.

Asienten con la cabeza y terminan de desayunar justo cuando empezamos a adentrarnos en los dominios del Capitolio. El tren llega a la estación y llevo a los chicos hasta los avox que los acompañaran al Centro de Renovación.

- Recordad lo que os dije en el tren. Ella os llevará con vuestro equipo de preparación. Nos vemos esta noche, ¡portaos bien! - les digo mientras se alejan detrás de la chica avox.

Me giro hacia Solem y juntos nos dirigimos a la sala de reuniones para los mentores, dónde esperaremos todos juntos hasta que llegue la hora del desfile de inauguración. Cuando llegamos, la sala está llena de gente, que come, bebe y parlotea animada, pero al verme entrar algunos cesan sus conversaciones y me miran. Esto me hace sentir muy incomoda, porque se exactamente lo que están pensando, pero no voy a dejar que me afecte todavía. Me acerco a Lilac, la mentora del distrito doce, la única vencedora hasta el momento de su distrito y en una de las pocas personas que puedo confiar aquí.

- ¿Que te a parecido la nueva jugada del Capitolio? - pregunta mientras me abraza.

- Maquiavélica.- respondo sin más.

Asiente y nos acercamos a una mesa abarrotada de deliciosos manjares. Alargo una mano para coger una uva cuando lo oigo.

- ¡Vaya, vaya, vaya! ¿a quién tenemos aquí? - vocea Augustus Merryweather.

Me giro al escucharlo y lo veo mirarme de arriba a abajo, como si formara parte de los manjares que colman la sala. Esa mirada me asquea, así que le vuelvo a dar la espalda, concentrándome en la uva que tengo en la mano. Lo oigo acercarse y noto una palmada en el trasero que provoca que espachurre la uva entre mis dedos. Intento mantener la calma, aunque lo que más deseo en estos instantes es girarme y partirle la cara. Lilac, que prevé mis intenciones me sujeta el brazo y yo aprieto los labios en una mueca de rabia.

- ¿Que te ocurre, preciosa? - pregunta. - ¿Te a comido la lengua el gato? - continua.

Cojo una servilleta para limpiarme la mano y me giro para plantarle cara.

- Casi mejor que sea así. - respondo secamente dejándolo dónde está.

Me voy lo más lejos que la sala me permite, desde que gané los juegos he tenido que aguantar que este miserable me acose desconsideradamente durante mis estancias en el Capitolio. Siento sus ojos clavados en mí, pero no me giro, no quiero darle el gusto de poder mirarme a la cara. La espera se me hace eterna y cuando por fin llega el avox que nos indica que los tributos están listos, soy la primera en salir disparada hacia los establos.

Cuando llego a los chicos ya están esperando, Drew ha hecho un trabajo espléndido. Howl lleva una gruesa tela blanca anudada a la cintura que deja al aire su musculoso pecho, una corona adorna su cabeza y en sus manos sostiene un tridente plateado. Sarah en cambio lleva una toga blanca anudada en el hombro izquierdo, con un cinturon trenzado en plata bajo el pecho, lleva el pelo ondulado recogido y una corona a juego con Howl, no puedo evitar que se me salten las lágrimas al ver que lleva el mismo tridente hecho con diamantes que un día como hoy, hace trece años lució su hermano Nereo.